Museo de Arte Decorativo - Continente y Contenido -



Muchas cosas cambiaron en Palermo Chico desde sus
orígenes, en tiempos de Rosas, cuando el terreno se
repartía en chacras y quintas que se disputaban el
dominio del verde.
La fisonomía del barrio no es la misma de antaño.
Ahora, altos edificios contrastan con los parques que
bordean la Avenida Del Libertador, transitada por un
enjambre de autos. Sin embargo, en plena modernidad,
el pasado se asoma todavía en las antiguas mansiones,
con sus portones de hierro y su semblante neoclásico.
En este paisaje urbano se descubre el Museo de Arte
Decorativo, creado en 1937 en la que fuera la residencia
de Josefina de Alvear y Matías Errázuriz. Una mansión
de estilo francés –tan de moda en la Buenos Aires
de principios del siglo XX– proyectada en 1911 por el
arquitecto René Sergent.





La construcción se montó con materiales traídos de
Europa y muestra un magnífico exterior que permite apreciar
sus distintos niveles: el subsuelo; la planta principal
–comunicada con el jardín y la terraza–; los departamentos
privados del primer piso y, más arriba, las áreas de servicio.
Si Sergent se ganó el mérito de haber logrado una edificación
excepcional, a la familia Errázuriz le corresponde
la virtud de haber sabido poner, literalmente, el
arte en su lugar. Élida Masson, Jefa del Departamento
de Extensión Cultural y Difusión del museo lo explica:
Los entonces dueños de casa imaginaron en la planta baja
una gran sala especialmente destinada para tres tapices del
siglo XVI, tejidos en oro, plata, lana y seda, que pertenecen
a la serie flamenca de las Gestas de Escipión El Africano:
El Banquete de Syphax, La Continencia –ambos de 3,60 de
alto y 5,80 metros de largo– y El Combate de Tessino: de
igual altura y 7 metros de largo, el más grande.
Los tres son protagonistas. No cabe duda de que, a la
hora del dilema estético acerca de qué definir primero,
si la estructura o la decoración, la arquitectura o el
tapiz, el huevo o la gallina, los tapices mandaron.
Cuando el Palacio Errázuriz se hizo museo, recibió la oportuna
donación del único gobelino que atesora: el de Don
Quijote curado por la Sabiduría. Lo curioso es que la obra
se adaptó al espacio –el Salón Luis XVI–, que parecía
haber sido construido a su medida, cuenta Élida.
Para descubrir más maravillas del arte textil puestas
en su justo sitio, basta subir la escalera hasta la
Galería de los Tapices.


Galeria de Los Tapices

El primer tramo, decorado en estilo Luis XVI, con
revestimientos de madera y rematado por un friso de
hojas en oro viejo, alberga La leyenda del Profeta
Tobías, tejido en Bruselas –siglo XVII– con lana y seda.
En los otros dos, que balconean sobre el gran salón y
muestran una ambientación renacentista, se destacan
las piezas francesas: Escenas de la vida de Cristo, de
fines del siglo XV, y El rapto de Oritia por Bóreas, del
siglo XVIII. Fue Ohan Kalpakian quien restauró todas
estas obras. No hay nadie más capacitado que él en Buenos
Aires para encarar esa tarea, Ohan es el experto al que

siempre le encomendamos la conservación y restauración de
los tapices, dice con énfasis Élida, dejando en claro que
aquí, las reliquias reciben cuidados de recién nacido.










E L RA P TO DE
O R I T I A   P O R   B Ó R E A S

Tapiz tejido según un cartón de René Antoine Houasse(1645 - 1710) por la RealManufactura de Beauvais –una tejeduría de tapices fundada por Luis XIV en 1664 que se
instaló en el norte de Francia–posiblemente bajo la dirección de Merou, Francia ca. 1730. Exhibe una guarda perimetral con motivos de chinoiserie y
grutescos, diseño atribuido a Guy Luis de Vernansal (1648 -1729). Sus medidas: 3.10 metros de largo x 5.10 metros de alto. En 1688, René Houasse creó para
la manufactura de Beauvais los cartones con temas de la Metamorfosis de Ovidio, serie a la que pertenece este tapiz que ilustra la escena donde la princesa
griega Oritia, hija del rey de Atenas, es raptada a orillas del río Iliso por Bóreas, dios del invierno helado del Norte. Una joven de su séquito intenta
retenerla sin éxito, ya que Bóreas la lleva a Tracia, donde la hace su esposa inmortal y diosa de los vientos helados


Al principio –agrega– este sector estaba vacío. Se decoró respetando
la temática, la calidad y la atmósfera que caracterizan
la planta baja. Nada quedó librado al azar. Este concepto
forma parte del proyecto del arquitecto Alberto Bellucci
–Director del MNDAD– aplicado a imprimirle coherencia a
los diferentes espacios, a recuperar ambientes –como los dormitorios
que habían sido transformados en oficinas– para
darles el uso original que tenían en la casa, y al mismo tiempo,
ampliar cada vez más el área de exposición.
La correspondencia entre continente y contenido es una
perspectiva museológica que suma valor a las piezas de
patrimonio –muebles, pinturas, esculturas y tapices destacables,
expuestos como su valor amerita–, les otorga otro sentido,
concluye Masson. Y suena contundente.
Se trata de mantener viva la vocación de preservar cultura
y recrear la Historia, ni más, ni menos.


Texto : Maria De Michelis

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